
Sugerencias
The British Invasion
El título hace recordar la oleada de bandas británicas que se apoderaron del mercado musical en los 60's en América, todo a causa de la llegada a nuestro continente del TAN mencionado cuarteto de Liverpool. Pero en esta ocasión les quiero compartir un disco que lleva dicho título, una producción hip hop que agarra temas de bandas britanicas y le dan el toque americano del hip hop, indiscutiblemente es un gran disco, en lo personal me encantó la versión de "lonely people". Si quieres saber más de este trabajo entra a la página DjBooth.net
Charles Bradley
*información tomada de mediavida.com
Shaolin Jazz - The 37th Chamber
GrooBeats SoundSystem Mashups!
Juan Gabriel vs Funkdoobiest by GrooBeats SoundSystem by GrooBeats
Don't say nuthin' my sunshine (The 5th Dimmension vs. The Roots) by GrooBeats SoundSystem by GrooBeats
Y el próximo 21 de mayo estaré en SLP en un evento tributo a James Brown... aquí el flyer...
White Longshot by GrooBeats SoundSystem
White longshot by GrooBeats SoundSystem by GrooBeats
J. Period featuring Black Thought, Rakim & John Legend with The Roots– In the Ghetto (Wake Up)

J. Period featuring Black Thought, Rakim & John Legend – In the Ghetto (Wake Up) by Hypetrak
Fuente: HYPETRAK
Boogaloo!
Un pequeño mix con algunos temas bastente buenos de boogaloo, fue hecho hace 2 años y lo vuelvo a presentar, así que no hagan caso del evento que viene anunciado.
Recopilaciones de La Trampa del Bulevar.
Living for the Weekend...
Shake your body with latin soul and boogaloo

GrooBeats Radio no. 1

Como les dije, ahora les dejo 5 temazos incluidos en el compilado:
1.- The JB's - The Grunt The JB's o J.B.s, fueron la banda del embajador del soul, James Brown a principios de los 70's, de igual manera fueron la backing band de Lynn Collins entre otros más.
2. The Bamboos - The side stepper Esta banda australiana formada en 2001, tiene un punch bastante bueno y es claro ejemplo de lo que ahora se define como "deep funk", estos australianos tocan con el puro estilo de los 70's y además tienen un toque soulero sixties bastante bueno. Los han llegado a comparar con la Quantic Soul Orchestra, otra banda con un sonido funk bastante poderoso. Éste tema es totalmente un rompepistas.
3. Ed Bogas - The riot Eeste track que forma parte del soundtrack de esta genial película de animación de los 70's. Fue compuesta po Ed Bogas, quien además compuso la música de algunos programas de televisión como: Garfield, Charlie Brown, entre otros.
4. The Incredible Bongo Band - Bongo Rock 73 Esta banda fue formada en 1972 por un ejecutivo y músico de MGM Records llamado Michael Viner. "Bongo Rock 73" es un cover de la original "Bongo Rock" de Art Laboe y Preston Epps y estuvo dentro del top 40 hit de 1959, sin embargo, la versión de La Increible Bongo Band fue un éxito menor en los Estados Unidos en 1973, pero alcanzó mayores expectativas en Canadá.
5. Lil Buck & The Top Cats - Monkey in a sack Un track super raro que el increible Jazzman Gerald comparte con nosotros en una increible colección de funk 45 del sello británico Jazzman Records. Un funk instrumental bastante salvaje y agresivo grabado por Lil Buck and the Top Cats, una banda de Nueva Orleans de los 60's. Simplemente fenomenal.
¡Que lo disfrutes!
Ruffys Choice Vol. 1
Soul and Funk hecho en México

02 - Memory Of Your Touch
03 - I Like It Like That
04 - Somebody Been Sleepin On My Bed
05 - Squeeze It Tight
06 - Proud Mary
07 - Cosa Nostra
08 - Change Of Mind

A New Day (Live In Avaindaro)
I Got Your Love

Lo primero que hay que apuntar es que teníamos razón, y tener razón está bien. El mundo, el público, el consumidor, han dejado bien claro que los formatos en alza son el vinilo y los MP3 downloadeables. El primero por todas las razones que no nos hemos cansado nunca de subrayar sus defensores: suena mejor (y más orgánico: el sonido conserva todas las frecuencias originales), el objeto como tal es sólido y perdurable -y se raya menos-, se mantiene la lógica conceptual del arco narrativo de caras A y B, y, finalmente, por tamaño de portada y forma, es mucho más atractivo estéticamente. El vinilo es mejor, un objeto emocional insustituible, y saber que está en alza (algo de lo que, por otra parte, jamás dudamos; sólo los periódicos y los memos se creyeron lo de su desaparición) nos llena de gozo.
En cuanto a las descargas de MP3, en fin... Como puristas nos importan un bledo, pero hay que admitir que -pese a los defectos que enumeraremos más abajo- su portabilidad y frecuente gratuidad les dan un barniz de guerrilla sónica que tiene su no-sé-qué. En todo caso, sólo los muy bobos (o crédulos) siguen defendiendo el CD como formato del futuro, y en eso estamos de acuerdo tanto los descargadores de MP3 como los estegosaurios del vinilo. Y, sin embargo, aún se oyen voces que lo defienden, y a esas voces les vamos a dar pa’l pelo desde esta página.
Hay varios argumentos en defensa del mísero CD, pero generalmente el debate suele resumirse en que es muy almacenable, que no suena tan mal y que “lo importante es la música”, no el formato, y que bravo por la música que nos hace mágicos. Sería fácil comulgar con esta última idea si no fuese por el estremecedor aroma Juan Pardo / José Luis Perales que desprende, además de que la historia nos ha enseñado a sospechar de cualquiera que se llene la boca hablando de lo “importante” de la música (ver SGAE, Ayuntamiento de Barcelona, cualquier cadena de televisión, todos los partidos políticos). Todos estos “amantes de la música” son precisamente aquellos a los que les importa un pimiento, aquellos que nunca han estado obsesionados con ella y a quienes nunca les ha salvado la vida, literalmente, como es nuestro caso.
Y es que la música no es sólo música, como quieren hacer entender nuestros adversarios. Un álbum de vinilo envía información emocional por 4 frentes: música, letras, cubierta y contexto. Un CD reduce de manera palpable un par de ellos, mientras que un MP3 los encoge a dos; nadie, absolutamente nadie, tendrá recuerdos importantes asociados a un MP3. No se registra el año en que se adquirió, el lugar, el periplo, las veces que se prestó, las novias que lo escucharon: todo este material vivencial simplemente desaparece. La música que contiene se convierte, así, en desechable; muzak para la vida cotidiana. Ninguna de estas cosas sucede con un disco de vinilo, esa poderosa presencia física, esa ancla sónica de la memoria. Es imposible imaginar su equivalente en MP3 (“oh, sí, 15 de abril del 2009: lo recuerdo perfectamente, me bajé el disco de los Franfurtiuns en mi laptop, fue chupis, jamás olvidaré aquellos 30.5 segundos de descarga en el Rapidshare”).
Pero volvamos al CD, ese insignificante Gollum sónico. Otro de los grandes argumentos a su favor es que “se almacena fácil”. Y no es que no sea verdad; es sólo que ese es un atributo que utilizaría una maruja para hablar del fenomenal armario empotrao que se ha hecho instalar para guardar los mochos. Creíamos que aquí se hablaba de materia vital, de asuntos a vida o muerte, no de funcionalidades domésticas. Esto no son lámparas: son discos. Lo más importante que conocemos. Si midieran 50x50m y estuviesen hechos de granito los atesoraríamos de igual manera.
Y eso admitiendo que, como sugieren los filisteos, el vinilo no es portátil y el CD sí. Es cierto, pero aún iríamos más allá: la portabilidad es, de hecho, la única ventaja del CD. Un CD es, a todos los efectos, una cinta de cassette que se puede rebobinar fácilmente, y como tal debería ser tratado. Es decir, como una cosa que es práctica, sí, pero también fea, malsonante y frágil. Y que quizás sirva para enchufar en el coche en viajes largos, pero jamás como formato rey en cuanto a almacenaje de canciones grandiosas. Y, en cualquier caso, la existencia del MP3 -que és 100% portátil- lo hace irrelevante. O sea, que: przzzzz.
Tras leer los alegatos en defensa de los formatos no-vinilescos, en resumen, le sobreviene a uno la ineludible sensación de que sus autores no poseen discos, no compran discos y, desde luego, no han edificado una remarcable parte de su vida en base a ellos. Sus opiniones sobre los discos de vinilo, por tanto, han de ser tomadas con una pizca de sal, pues provienen de gente que no está familiarizada en absoluto con el formato físico para el que se concibió TODA la música del siglo XX. Lo importante es que, al final, se ha hecho justicia: el CD nació de manera artificial, una necesidad no necesaria, una comodidad injustificable si no era desde el mero lucro empresarial (convenientemente camuflado como “avance tecnológico”). Y ahora lo vemos perecer bajo la espada de la razón, emitiendo espantosos grlgrlrgrlgrl digitales, implorando una prórroga, pidiendo disculpas. ¿No es un gran momento?
Kiko Amat
(Un segundo y final análisis de los formatos de audio y los CDs, publicado originalmente en la revista Bostezo#2)